sábado, 12 de diciembre de 2009

Pasaje 2. La búsqueda del Señor C




Después de todo C tenía que ponerse en marcha, estaba ansioso, una sensación de algo que apretaba sobre su pecho, el tema del muro le traia negro.


Decidió ponerse en pié y dirigirse, cual ratón de bibliotecas, a escudriñar las librerias y papelerías de Madrid, una larga tarde le esperaba.

Tenía que encontrar ese libro, era lo único que podía aliviarme en ese momento, pero antes debía encontrar un kiosco donde adquirir 3 o 4 diarios, para ver el tema del muro, y tendría que hacer una llamada al secretario del director de la Olavide, el me informaría por si sabía de alguna novedad en los planes de estudio.

Al poco, y después de colgar bajo mi sobaco 5 diarios de actualidad, y algún que otro caprichillo (un coleccionable sobre portadas en miniatura del cine mudo portugués), dirigí mis pasos hacia El Corte Inglés, seguro que allí encontraría alguna reliquia baratita.

No entiendo por qué el señor de seguridad me miró raramente,¿ pensaría que habria robado algo?, o lo que es peor ¿creería que lo iba a robar?. Le pregunté donde estaba la librería, me indicó al sótano. Busqué las escaleras automáticas y después de rodear varias veces la parte de complementos de señoras, una amable señorita me indicó que no había escaleras mecánicas, tendría que bajar a pie, indignación al canto, tendría que mover mi bonito culo.

Montones de estanterías, oh bendito paraiso, temas vanales y temas oníricos como Biografias, donde pude observar la del reputado cineasta rumano Jean Negulesco, uufff que escalofrío de placer, "La sirena y el Delfín" me había hecho derretirme en multitud de ocasiones.

Al fín, al fondo de la galería vislumbré, los libros baratos amontonados, a 99 pesetas, empecé a alucinar, debia encontrar lo que fuese allí, había libros de karate, un libro sobre la pelicula Blade Runner (vaya basura), otro sobre botanica koreana, un libro del zodiaco del signo de Leo, y ¡oh maravilla! el libro que buscaba "Marketing Sectorial en el Cine". He de ser sincero y reconocer humildemente que habia recibido un pequeño chivatazo de un librero de Madrid, de la librería Berkana (cuantas horas en mi niñez saboreando aquellos libros).

Bueno a mi habitación de hostal, debia leer los periódicos, documentarme y para rematar una gloriosa jornada, zamparme el librillo en cuestión.

El Sr. C había encontrado su libro, se sentía feliz, excitado y ansioso por encontrarse con sus colegas y contarles que había encontrado el libro, no era consciente que a sus colegas les importaba un carajo, y que no lo tragaban, lo consideraban un pedante, y a la mínima intentaban esquivarlo.

El no era consciente de los que el consideraba sus amigos se reían de el a sus espaldas, que no comprendían como pudo alquilar la película Mujercitas, y lo que es peor contar que lo había hecho.

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