martes, 3 de noviembre de 2009

El día del concierto......2ª parte

Estábamos en un lugar..., periférico....., la boca de metro estaba inundada de personas sin oficio ni beneficio, apoyadas sobre las escaleras y sobre la estructura de hormigón de la propia boca, sin nada que hacer, todos observando..., los edificios de viviendas eran típicos de cualquier barrio de la periferia de cualquier ciudad, así como, sus calles y su ambiente, mi sentido arácnido me decía que allí no estaba nuestro destino, además yo deseaba que allí no estuviera, preguntamos por la dirección del hotel en un kiosco y con muy pocas ganas el kiosquero, de cuya cara no quiero acordarme, nos hizo alguna leve indicación, que resultó infructuosa, aunque solo en principio. Nos dirigimos hacia donde nos había dicho y la calle estaba sin rotular, aunque había una señal a la que no prestamos la suficiente atención, en una farola había un cartel anunciador del concierto que había motivado nuestro viaje, así que después de andar algo más, sin sentido, volvimos a preguntar a un chico vestido de blanco, corpulento, con mochila y actitud nerviosa, y nos manifestó que no era de allí y que no sabía nada, entramos en una pequeña cafetería de aspecto renovado y la única camarera, nos dijo que ella no era de allí, que le preguntáramos a algún cliente, de las 3 mesas que había en la cafetería, 2 estaban ocupadas, en la más lejana había tres personas que sólo hacían mirarnos de arriba abajo atentamente, y, en la más cercana a la puerta había una señora rubia que ocupaba con su trasero dos sillas, no tenía buen aspecto, pero exageradamente maquillada, ... vista la situación, volvimos la vista a la camarera y ésta nos señaló a esa señora, le preguntamos......y nos dijo... que no era de allí. ¡¡¡Shit!!! Salímos del establecimiento y parecíamos dos concursantes de Pekín Express, con las mochilas, con la cuenta atrás hacia el concierto (en este caso), con el mapa, y además, casi en otro país, y parecía que hablando otro idioma. Ante el ambiente tan negativo, decidímos ir a la zona que nos dijo el personaje del kiosco, y tras andar por una calle sin denominación, que comenzaba con un tramo de obras, donde estaba en la primera farola el cartel del concierto, resultó ser la calle que buscábamos, calle más empinada no había visto nunca jamás, y eso que yo he estado en Vejer de la Frontera!!!, era del tebeo!!!, bueno vamos para arriba, calle estrecha de un solo carril de circulación, aceras pequeñas, y pocos comercios, ropa tendida a destajo..., suciedad..., y unos pintas..., sorpresa mayúscula al ver que íbamos por el número 68 y teníamos que llegar al 12, así que para arriba, mientras pensábamos que luego, a la vuelta del concierto, de madrugada, deberíamos repetir la hazaña......, acto seguido nos encontramos a dos matrimonios hablando, en medio de nuestro camino, y le preguntamos por el hotel de 4 estrellas recién inaugurado, que estábamos....... ¡deseando encontrar!, y la reacción fue de ¡sorpresa! para ellos, en las carcajadas que recibimos en nuestras caras de espanto, pudimos comprobar los dientes picados de esas señoras y las mellas de sus maridos, con algún que otro “oro” intercalado, una vez respiraron un poco, se interesaron por nuestra procedencia y nos avisaron de que allí no había hoteles ni tan siquiera de 1 estrella, ni hostales, posiblemente alguna pensión, pero allí no. Aún así, seguímos subiendo esa empinada y lúgrube calle..., la dirección se correspondía con una tienda de ropa y telas, similar a cualquier “chino”, en la cual, además de la dependienta, había otra señora y una pareja. Cuando accedí a dicho local, saludé, y la señora dependienta no se inmutó de mi presencia, mostrándome sin aliento, con mochila y mapa en mano, eso sí, pararon un instante la conversación que mantenían, tanto la pareja, como la dependienta con la clienta y, cada cual, me observó de reojo como pudo, sin expresión corporal alguna, denotando por sus miradas esquivas, a lo que podían estar acostumbrados por aquellos lares, decidí esperar mientras revisaba el mapa una y otra vez, hasta que oí: ¡A ti qué te pasa!, me dijo la señora dependienta, le solicité confirmación de la dirección, y tras ver que estábamos allí pero que no era lo que buscábamos, el bloqueo mental y emocional fue grande..., en un montón de interrogantes se convirtieron mis neuronas..., o mejor dicho, nuestras neuronas porque no estaba solo... ¿existía realmente el hotel? ¿nos habían estafado? ¿dónde estábamos? ¿a dónde íbamos? ¿llegaríamos al concierto, que ya había empezado? ¿cómo llegaríamos? ¿cuánto tardaríamos? ¿por qué corría tanto el reloj?, mi compañero de viaje se puso en contacto con su mujer mediante el móvil (gran invento), la cual estaba en Sevilla, medio enferma, en cama, para que mediante Internet verificara si realmente existía el hotel que buscábamos, así como, su número de teléfono. Dicho y hecho, en unos instantes él estaba hablando con la recepción del hotel, situado en otro pueblo de Barcelona, muy lejano de donde nos encontrábamos. Mientras yo hablaba con la señora de la tienda, la cual, con bastante pesimismo nos auguraba numerosas dificultades, e incluso indicándonos que no había conexión alguna por transporte público, a su vez, la pareja que allí se encontraba se “reían por no llorar”, interesándose por nuestra procedencia, de forma jocosa. Recibidas las indicaciones de la recepción del hotel e informada la señora dependienta, nos propuso una ruta alternativa, echando por tierra lo que acababan de proponernos, la cual, decidímos no seguir. Salímos de allí, por donde habíamos venido, eso sí, cuesta bajo, aunque algo desilusionados y asfixiados por tanta carga mental y física. Ya había comenzado el concierto, con el primero de los grupos, llevábamos varias horas de ruta, para nada....

1 comentario:

  1. menos mal, ya andaba nervioso esperando la segunda parte, y debo decir que no me ha decepcionado, sino todo lo contrario, se me ha hecho corta...deberias meterte a escribir algo. Piensatelo, tienes el poder de la narrativa.....saludos y enhorabuena

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